lunes, 26 de enero de 2009

Tibet

Hace ya bastante tiempo que fuí a Tibet. Yo diría que aproximadamente 4 años.
Yo fuí antes de que el tren desde China estuviese construido y antes de que llegase el turismo masivo chino.
No fuí por que estuviese buscando un viaje espiritual, si no más bien por que buscaba una gran aventura. Y la encontré.
Encontré un viaje a la edad media.
Tibet es… indescriptible. No por bonito ni por feo, si no por que te llega al corazón.
Y si no, la prueba es que aquí estoy yo, cuatro años después escribiendo sobre Tibet.
Cundo yo fuí solo se podía entrar en jeep desde Nepal y el viaje de 7 días hasta Lhasa fue una experiencia vital, con parada de terroristas maoistas para pedir impuesto revolucionario incluida.
En primer lugar los tres primeros días no había hoteles propiamente dichos y había que dormir en casas de tibetanos. En segundo lugar por que a medida que avanzabas subías de altitud y notabas el mal de altura.
Los paisajes eran preciosos y áridos a la vez. Grandísimas llanuras con montañas a lo lejos que parecían tan cercanas que creías que podías tocarlas con las manos.
Sin duchas, sin agua potable, y viviendo en unas condiciones que sabias que para ti eran de paso y para ellos, su vida.
Cuando llegas al primer monasterio/ templo, te das cuenta de que en Tibet hay dos historias que ver en paralelo, la historia de la cuna del budismo y la historia de la invasión china. Ambas hipnóticas. La primera por exótica y lejana y la segunda por espeluznante.
Y hoy por hoy, más de 50 años después de la invasión china los tibetanos siguen sin poder hablar de lo que pasó ahí por miedo.Y sin poder ver una foto del Dalai Lama, su líder espiritual ( que por cierto ha dicho que le da tanta pena la situación en la que está en Tibet que no piensa reencarnarse, y eso se puede elegir?).
Los tibetanos son un pueblo resignado, religioso, lleno de colorido y de costumbres. Con una gastronomía pobre (básicamente solo se come nonos y sopa) y sin futuro.
Los chinos llegaron y torturaron y mataron a la aristocracia y a los monjes. Pero no solo lo hicieron con cuchillos si no con torturas psicológicas como obligarles a utilizar sus escritos sagrados como papel de baño. Muchos se suicidaban antes de hacer algo así. Impusieron a su propio Dalai Lama, al que nadie venera (el hijo de un general del régimen) y establecieron que cualquier chino que fuese a Tibet tendría ayudas económicas y los militares una carrera más rápida.
Pero lo que si puedo deciros es que los templos más bonitos del mundo los he visto en Tibet, con la excepción de Ankor Wat en Camboya.
Y hoy 4 años después me alegro tanto de haber ido que cuando quiero olvidarme del dia a día aun pienso esas montañas y en esos templos.













domingo, 25 de enero de 2009

Esquiar con glamour

Tengo un compañero de trabajo que tiene mucho interés en que toque este tema.
¿Es posible esquiar y mantener el glamour a la vez?

El dice que no y sus argumentos son sencillos:
- el traje de esquiar no sienta bien.
- cuando una persona está aprendiendo a esquiar y hace “la cuña” no es precisamente una postura llena de estilo.

Hasta aquí es simple y creo que si, puede parece que el esquí es un deporte sin glamour, pero… en primer lugar yo creo que cualquier deporte practicado con asiduidad lleva el perfeccionamiento y por lo tanto a practicarlo con cierto “estilo”. Así que se trata de ponerle un poco de interés y superar la fase de la cuña.
Por otro lado cada vez hay más marcas de moda que diseñan ropa de esquí. Es cierto que esa ropa suele ser bonita y más para el apres esquí, que para las pistas, pero… ahí está Chanel o Stella McCarney para Adidas.
















Por otro lado el I+D en este área cada vez se orienta más a ropa menos gruesa pero que aísla mejor el calor del cuerpo y además es impermeable. En este sentido, es recomendable el uso de fibras resistentes a la abrasión, transpirables y con un alto poder aislante.
Yo no es que sea una gran esquiadora pero hago mis pinitos y no estoy para nada acuerdo con la opinión de mi amigo.
Es posible esquiar con glamour y francamente si no es así tampoco pasa nada, por que la mayoría de la gente que va a esquiar lo hace por el deporte y no por ver y ser visto, excepto en Baqueira, claro :).

viernes, 9 de enero de 2009

Chocolates on the pillow aren´t enough


Acabo de terminar un libro que se llama “Chocolates on the pillow aren´t enough”.

Trata básicamente sobre la experiencia de la compra de los clientes y como mejorarla.
La verdad que es no está mal pero me ha parecido un poco genérico. Sin embargo me quedo sobre todo con una frase:
“ La gente recuerda las experiencias, no los atributos”.

Hay veces que los marketinianos nos ofuscamos tanto en los atributos de una marca que nos olvidamos de resto.
La verdad es que en el mundo de hoy en día los emocionales de una marca o producto han sido superados y en mi opinión el consumidor busca un paso más, la experiencia.

Os pongo un ejemplo. Imaginemos que yo me compro una crema carísima. Que el packaging sea bonito lo doy por hecho, que me va dar buenos resultados, también. Cuando me gasto más de 200 euros en un cosmético que haga lo que promete en mi piel ni lo cuestiono. Donde está entonces la diferencia, a parte de en los ingredientes ( ojo que esto es importante por que las cosas valen lo que valen por algo)? En la experiencia.

Cuando me compro una crema de 60 euros, la cojo yo misma, la abro en mi cuarto de baño y me la aplico a ver que pasa. No hay demasiado ritual en esta compra.

Cuando me compro una de 250 euros, la experiencia es completa. Me la muestran y explican como una joya. Me la envuelven como un regalo. La abro en mi casa como un pequeño tesoro que me he podido permitir y cuando me la aplico tengo fe ciega en que hará lo que promete. Y en todo este proceso he disfrutado de la experiencia de comprar algo especial.
En ambos casos he comprado y pagado un producto pero la experiencia ha sido totalmente distinta.

Uno de los puntos que trata este libro es lo que el llama “the art of welcome”. Como se crea la experiencia; como se recibe la cliente, se le presenta el producto y se cierra la venta. Y por supuesto, el servicio postventa. Sencillamente convertir a los clientes en invitados.
Pero para esto es fundamental que todo la compañía esté enfocada en el cliente y en lo que espera y necesita, y no en el producto.

jueves, 1 de enero de 2009

Rusia. Los nuevos ricos.

¿En que se diferencian los nuevos ricos de los de rancio abolengo? En la ostentación.
El consumidor ruso quiere hacer ostentación de su recién adquirida posición económica comprando Alta Costura o joyería fina.
Los nuevos ricos rusos manifiestan un mayor conocimiento de las marcas de lujo extranjeras en comparación con China y La India ya que su mercado está más desarrollado y es de naturaleza europea.
Las marcas de lujo mencionadas con mayor frecuencia son: Chanel, Giorgio Armani y Dior. Solo hay dos talentos locales que repuntan; Vyacheslav Zaitsev y Valentin Yudashkin. Ambos fabrican colecciones de Alta Costura pero solo Yudashkin ha logrado situarse como referente de la moda rusa a nivel internacional.
En cuanto a joyería, las marcas más populares son: Bulgary, Cartier y Tiffany.
Sin embargo el dato más curioso es que los rusos ricos compran sobre todo zapatos, más que cualquier otro accesorio.

Me llama muchísimo la atención la gran diferencia con Europa en cuanto a la actitud en el consumo de lujo. En Europa la ostentación está en decadencia, asociada a cierto desprestigio. Las personas que hacen grandes despliegues para demostrar sus fastuosos y continuos consumos de lujo (valga como ejemplo Vicky Beckham) está consideradas vulgares. El principio máximo es que, el que siempre ha disfrutado de lo bueno no necesita demostrarlo y el lujo no es tanto poder comprarse hoy un Chanel, si no que tus antepasados hayan podido hacerlo durante generaciones. Y eso si que está al alcance de muy muy pocos.